Pensamiento crítico, Cordobazo y estrategia popular

Compartí esta entrada!

Julio Gambina

Por: Julio C. Gambina
Director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma

Los temas abordados, ayer y en diciembre, son parte de la discusión en el movimiento popular actual, desde las características de la etapa económica, política, social, cultural en nuestro país, la región y el mundo, hasta la estrategia de acumulación de poder popular.

En ese contexto, las intervenciones transitaron por distintas miradas sobre las iniciativas políticas y la estrategia de las clases dominantes y de los sectores populares, una clave para entender la lógica contemporánea de la lucha de clases en nuestro tiempo. Una lucha que se procesa en las calles, en las formas de la organización del movimiento de trabajadoras y trabajadores, como en el conjunto del pueblo, pero también en el plano de las ideas. La lucha de clases supone un debate político, ideológico, cultural, teórico. Tiene que ver con el movimiento obrero y los distintos proyectos políticos que disputan la hegemonía del movimiento popular, incluido los procesos electorales.

Se trató de una convocatoria amplia con difusión a toda la Central, y estando satisfecho con la respuesta de grupos organizados que trascienden a la militancia de la CTA A, vale mencionar que algunas/os no pudieron y otras/os no quisieron protagonizar el debate, en un momento donde lo que se requiere es precisamente la discusión, y desde allí, la articulación de síntesis teóricas y políticas superadoras de la fragmentación que acusa el movimiento popular. El desafío intelectual crítico pasa por sistematizar la experiencia crítica de la construcción integral que protagoniza nuestro pueblo.

Lo de discutir política, ideas, opiniones, teoría, concepciones es estratégico y así lo definimos cuando asumimos la dirección del IEF-CTA A en 2010, coherente con la trayectoria previa en los encuentros de nuevo pensamiento y el IEF desde sus inicios. La pluralidad de la CTA estaba contenida en los esfuerzos del IEF desde sus inicios y por eso la amplia convocatoria para renovar la pluralidad necesaria en la CTA. Hay acuerdo que el movimiento popular requiere actualizar su diagnóstico sobre el momento actual del capitalismo y las formas más adecuadas para confrontarlo. No alcanza con viejas recetas, ya que las clases dominantes actualizan las formas de su accionar para la explotación y la dominación.

Por eso, hace pocos días, el 20 de mayo promovimos desde el IEF-CTA A, un debate sobre el “imperialismo hoy”, a 100 años del texto que escribiera Lenin1, el dirigente comunista ruso, líder de la revolución centenaria (el próximo año) y que hizo realidad la posibilidad de construir una sociedad socialista, por ende anti capitalista.

Qué hoy sepamos que la revolución rusa no pervivió en la experiencia de la Unión Soviética, no elimina el objetivo por el que lucharon los comunistas y el pueblo de Rusia y las repúblicas soviéticas, que con los soviets (consejos populares) ofrecieron una nueva forma de organizar el poder del pueblo contra el régimen del capital. Ese imaginario hizo posible el orden bipolar entre 1945 y 1989/91, e incluso hizo viable cualquier “tercera posición”, con capacidad de articular con uno u otro de los polos de la contradicción entre el capitalismo y el socialismo. De ahí la existencia del “tercer mundo”, una categoría del pasado ante la unicidad y universalidad del régimen del capital que hoy estamos convocados a discutir.

Ese debate es parte de la discusión de la Central, con definiciones que deben ser sustentadas desde la actualización teórica y política, para avanzar en consensos masivos para constituirnos como una Central clasista, anticapitalista y antiimperialista. Ni hablar si lo que propusiéramos es construir una sociedad socialista, por la que algunos bregamos desde hace años y que tanto molesta a compañeras/os formados en el anticomunismo.

Por los debates existentes en la Central, sobre su presente y futuro, algunas/os se perdieron de aportar a tan trascendente debate, e incluso extender la convocatoria para un debate en profundidad y que nos enriquezca a todas/os.

Se trata de discutir el capitalismo de época y las formas de confrontarlo, con qué horizonte civilizatorio, con qué rumbo y desde que tradiciones del movimiento popular.

La pluralidad de esas tradiciones hace a la riqueza de la construcción de la Central. No es un tema de filosofía, sociología o teoría política, sino de tradiciones políticas en el país, que atraviesan la historia de nosotros, militantes desde hace años por y desde el comunismo, el socialismo, el peronismo, el radicalismo, el cristianismo y variadas formas de la experiencia política en la Argentina. Es más, hoy participan de la Central varios proyectos partidarios, y algunos articulan frentes electorales, otros no. No es cuestión de tal o cual partido político, sino de las influencias y enseñanzas desde toda militancia para configurar el pensamiento contemporáneo, para ser efectivo en la lucha de clases a favor de los de abajo. Con Gramsci recordamos que el éxito de una estrategia política se mide por su capacidad de modificar el escenario de la lucha de clases.

Nuestros debates deben procesarse a la luz de esta máxima, en la capacidad que tengamos para entender el presente de la explotación capitalista y transformar la realidad, con pluralismo, sin sectarismo. No niego la importancia de las formas para la discusión, pero lo esencial es dar el debate político y teórico y actuar sobre la base de acciones e iniciativas populares que transformen la realidad. Solo a modo de ejemplo señalo que la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA A de comienzos de abril, no pudo resolver la propuesta presentada al inicio del cónclave, para organizar en unidad de acción la jornada de protesta propuesta por las CGT para el 29/4.

Sin embargo, la CTA A impulsó la iniciativa y fue parte de la organización, a contrapelo de otras opiniones que subestimaban la importancia del evento, incluso hasta pocos días previos a su realización y que motivó una convocatoria paralela.

Ya con el balance de la acción realizada, nos animamos a formular que el acontecimiento marcó un cambio sustancial en la lucha de clases en el país, porque no solo estaba presente el accionar y la iniciativa política de las clases dominantes y el gobierno Macri, muy fuerte desde noviembre del 2015, sino que apareció nada menos que el sujeto movimiento obrero organizado con medio millón de manifestantes en varias ciudades de la Argentina. Ni los medios pudieron obviar la valoración de la iniciativa, donde la CTA A no solo intervino sino que contribuyó a definir en unidad de acción algunas de las orientaciones principales del acontecimiento.

Vale el comentario aun cuando las CGTs se bajan ahora del compromiso para construir un paro nacional si ocurría el veto presidencial a la ley anti despido. Vale también comentar, que la intervención de Micheli en el Parlamento, cuando el propósito era discutir el impuesto a las ganancias, incorrectamente aplicado sobre salarios (no es ganancia), desde la sugerencia de la CTA A se propuso poner el centro en la emergencia ocupacional. Desde allí surgieron las iniciativas por una legislación que suspenda transitoriamente la posibilidad de cesantías. No es el programa que sustenta la CTA A, pero es parte de una estrategia de acumulación para hacer realidad los propósitos de última instancia de la CTA A, contra el capitalismo y el imperialismo.

Algunas/os compañeras/os argumentaron que el debate estaba en la calle, afuera del Parlamento, con importantes discursos contra el papel antipopular del parlamento del régimen burgués. Sin embargo, se subestimó la capacidad de la iniciativa política para modificar el escenario de la lucha de clases.

El debate de ideas en un tiempo prolongado estuvo en si debían promoverse o no la legislación anti despidos. Un logro para hacer evidente el problema del empleo y el desempleo, la precariedad y un conjunto de problemas que asume la explotación de la fuerza de trabajo en las condiciones de la Argentina actual.

Otra vez, sin fuerza propia en el Parlamente pudimos ser efectivos a la hora de intervenir y modificar la situación política en el país. No se trata de balancear que con una sola acción se modifica la correlación de fuerzas, pero la realidad es que hicimos visible la discusión contra los despidos y facilitar la emergencia de una subjetividad diferenciada a los propósitos de las clases dominantes y el gobierno Macri.

Esa visibilidad en el debate sobre el empleo motivó la iniciativa fracasada de Macri para lograr un acuerdo patronal sindical para suspender por 90 días los despidos.
Apenas logró que un centenar de jefes de la élite empresaria suscribiera un pacto incumplido al día siguiente, tal como se manifestó con las cesantías de la Fiat, dispuesta por Ratazzi, el fiscal del PRO.

Pero también se convocó al Consejo del Salario Mínimo y más allá del acuerdo impúdico entre gobiernos, empresarios y burócratas, la CTA A pudo manifestar su opinión de rechazo y denuncia del ajuste y las reaccionarias políticas del gobierno Macri. Esa opinión sustentada en el Consejo del Salario fue discutida en un Consejo Federal de la CTA A, con secretarios de municipios y provinciales de 20 provincias participantes y dirigentes de organizaciones nacionales adheridas a la Central.

Algunas/os compañeras/os tampoco quisieron dar ese debate esgrimiendo ilegitimidad en la convocatoria. Los estatutos avalan el cónclave del 18/5, convocado para discutir la coyuntura, la política de alianzas y el plan de acción futuro, incluyendo el posicionamiento para el Consejo del Salario convocado para el día siguiente. El debate político se sostuvo con intervenciones de secretarios de la CTA A de municipios, provincias y organizaciones nacionales.

Los argumentos fueron diversos, pero unificados en sustentar a la estrategia de acumulación que define el accionar público de la CTA A, un logro de la militancia, más allá de las caras visibles que asumen la responsabilidad de defender mediáticamente el proyecto de la Central.

Algunas/os piensan que el debate se sustenta en las redes sociales, que sirve para extender las opiniones en discusión, pero es la “asamblea”, la “reunión”, el momento de debatir ideas.

Ese fue el propósito de un Consejo Federal que se circuló a todas las instancias de la Central. Algunos/as decidieron no participar del Confederal en una reunión a la que solo se invitó a una parcialidad de la conducción, ya que los demás fuimos excluidos de esa convocatoria.

Quienes no participaron del Confederal es porque no quisieron, incluso algunos que decidieron no participar, protagonizan otras acciones definidas por los organismos de conducción de la CTA A, tal el caso de las iniciativas de formación y discusión del IEF-CTA A, que se sostiene y difunden a toda la Central, sin preguntar previamente por el grado de consenso en tal o cual posición de algún/a dirigente/a. Agreguemos que el desfinanciamiento definido para la Central afecta el plan de trabajo del IEF, pero no lo impide, y se suple con mayor militancia.

No sirven las descalificaciones personales, ni sectoriales, ni a las trayectorias de compañeras/os que hemos decidido sostener los principios y valores de la CTA A desde el 2010 para sustentar el proyecto originario de hace 25 años.

La CTA es un proyecto inconcluso, imaginado hace 25 años y en construcción. No es una Central de sindicatos, es una Central de trabajadoras y trabajadores, con votación directa y que debemos respetar.

No es una confederación que asume mandatos de sus organizaciones, sino una organización con afiliación y votación directa, de múltiples voluntades para hacer realidad un nuevo modelo sindical de democracia y libertad que dispute con el viejo modelo de la burocracia sindical asociada a las patronales. En ese camino sostennos acuerdos y diferencias.

En ese sentido, integro junto a otras/os compañeras/os una corriente de izquierda que hizo parte de la corriente Germán Abdala, hegemónica en el proceso histórico de construcción de la Central y que más allá de matices asume las decisiones colectivamente asumidas.

Es oportuno recordar que la Corriente de Izquierda en al CTA A surgió a instancia del debate en la CTA del 2006 para incorporar a la Central a la CSI y la CSA. Muchos nos opusimos porque sosteníamos el carácter autónomo de la Central. Pese a perder nuestra posición mantuvimos la pertenencia y la institucionalidad, aceptando la voluntad democrática de la mayoría. Desde esa oposición articulamos posiciones locales y regionales, especialmente en la construcción del Encuentro Sindical Nuestra América, el ESNA, que actúa desde 2008 en unidad de acción con centrales adheridas a la FSM, a la CSA y a quienes no tienen adhesión a ninguna central mundial. Vale mencionar que la CTA A creció en la participación y construcción del ESNA, creciendo su papel en la coordinación continental.

Haberse adherido la CTA a la CSA-CSI no impidió que continuáramos en la CTA y su nueva adscripción internacional, que a algunos enorgullece y otras/os seguimos discutiendo, por lo que no aceptamos que se mencione despectivamente la articulación de compañeras/os y de la propia CTA en el ESNA u otros ámbitos de articulación mundial, especialmente la Federación Sindical Mundial, la FSM.

La ofensiva del capital se desató con violencia en las dictaduras militares del cono sur y por más de 40 años, el poder económico mundial incrementa la explotación de la fuerza de trabajo; saquea nuestros bienes comunes y subordina a una lógica consumista a la sociedad para asegurar las ganancias de los monopolios transnacionales de la producción.

Nuestro objetivo es frenar esa iniciativa política y si podemos, intervenir en la generación de un nuevo sentido común desde el clasismo, por el anticapitalismo y el antiimperialismo. Se trata de construir un bloque popular desde la centralidad de las/os trabajadoras/es y por eso nuestra apuesta irresuelta por un movimiento político social y cultural de liberación y las mediaciones del intento por construir un movimiento por una constituyente social.

Es un objetivo que nos permite recuperar las luchas de los 60 y 70 del siglo pasado, emblemáticamente expresado en el Cordobazo, aquel 29/5/1969, parte de una gigantesca acumulación de poder popular mundial a fines de los 60 y comienzos de los 70, con los comunistas y el pueblo de Vietnam y la solidaridad de los pueblos del mundo triunfando sobre el imperialismo yanqui entre 1973/75.

Fue esa gigantesca movilización y organización popular mundial lo que motivo el terrorismo de Estado en el Cono Sur, con el Plan Cóndor, que ayer recibió las primeras condenas a parte de los responsables del genocidio transnacional que imaginaron las clases dominantes con el poder de los Estados bajo dictaduras. Esa gigantesca ofensiva del capital tuvo freno en los procesos gestados desde la lucha popular y que incluso fueron gobierno en este comienzo de Siglo XXI en Sudamérica.

Un proceso que aún requiere ser discutido para aprender sus lecciones y animarse a ir por más, a no quedarse en el posibilismo de las reformas y ser consecuente con la “revolución”, expresión que tomo de Víctor de Genaro en el cierre de la constituyente social en 2008 en Jujuy.

Estas notas están escritas para la discusión fraterna con compañeras/os que hace años compartimos organizaciones y movilizaciones, para intentar superar divisiones que agiganten la fragmentación popular y podamos hacer realidad la CTA A de masas y efectiva en la disputa y desafíos que nos propone en nuestro tiempo la lucha de clases.

Buenos Aires, 28 de mayo de 2016

[1] Vladimir I. Lenin. El imperialismo, etapa superior del capitalismo. Obras Escogidas, Tomo III, páginas 373 en adelante. Editorial Cartago. Buenos Aires, 1973


Compartí esta entrada!

Dejar una respuesta