Claro que también fue posible, esencialmente, por el accionar popular en el caracazo en 1989, que visibilizó la masiva resistencia a las políticas de ajustes neoliberales. Fueron resistencias que se generalizaron en los noventa en nuestra región.
Es cierto también que el proceso venezolano se benefició de la persistencia del proyecto revolucionario en Cuba. La revolución en Latinoamérica está marcada por el triunfo de 1959 y la gran experiencia en renovación recurrente, aún con caídas de otros procesos que intentaron la construcción socialista.
Es más, ambos procesos, Cuba y Venezuela, redefinieron desde fines del 2004 el proceso de integración regional con la aparición del ALBA, que luego del 2006 será ALBA-TCP (tratados comerciales de los pueblos) con la inclusión boliviana en la construcción de la integración alternativa.
La iniciativa por expresar regionalmente cambios nacionales facilitó la extensión del ALBA-TCP como una serie de instrumentos y propuestas de integración y articulación, algunos demorados como “petroamérica” o el Banco del Sur. Se subrayan por su visibilidad, la UNASUR y la CELAC, con destacado cierre reciente en La Habana, donde los excluidores bloqueadores quedaron excluidos.
El conjunto de mandatarios presentes en la isla y los encuentros con Fidel marcaron el límite de lo permitido por el imperialismo, a saber, EEUU y las clases dominantes en nuestros países.
Se trata del punto límite para acelerar procesos políticos, sociales, culturales, económicos, que retrotraigan la situación de la región latinoamericana a la dinámica de acumulación de poder en los años noventa del siglo pasado.
Intentan retrotraer la historia
Había antecedentes cercanos con Haití, Honduras y Paraguay, aunque las amenazas principales se orientaban históricamente a Cuba y más recientemente a Venezuela. Por si hay dudas está el intento fallido de golpe del 2002, rechazado por la inmensa participación popular y la intervención de las Fuerzas Armadas.
La respuesta al golpe del 2002 en Venezuela fue el fortalecimiento del proyecto bolivariano, asumiendo el dominio de la empresa petrolera para definir el uso de la renta petrolera, base de la riqueza y la economía venezolana. Fue la medida de cambio estructural más importante, la que permitió financiar las misiones con alto impacto social. Pero también, desde la gestión del chavismo se intervino en la OPEP para generar condiciones de recomposición del precio internacional del petróleo.
Venezuela y el chavismo, fenómeno popular masivo, generaron así condiciones de posibilidad política para inducir condiciones económicas favorables al proceso de emancipación.
Al mismo tiempo, ese proceso generó la condición de posibilidad económica para el cambio político, no solo en el país, sino en la región y con pretensión global.
En definitiva, es la dialéctica entre política y economía, imprescindible para comprender el proceso de transformación y cambio político en la región, amenazado por las fuerzas de las clases dominantes que pretenden retrotraer la situación y asumir la vanguardia en la definición del curso de los acontecimientos.
La consolidación del cambio político en Nuestramérica tiene el sello de esos procesos, que se tiñeron de anticapitalismo ante la formulación de Chávez de que el capitalismo no tiene soluciones para los pueblos y por ende había que construir el socialismo de este siglo, en clara lectura crítica del socialismo real. La democracia participativa sería nuevo símbolo de la construcción del socialismo.
No hay dudas que la situación latinoamericana se modificó sustancialmente con los aportes transformadores provenientes de Venezuela y la nueva impronta generada por la integración alternativa. Las clases dominantes despliegan una dura batalla para revertir la ofensiva popular.
La batalla se juega hoy en Venezuela
Chávez murió y quedaron las incógnitas del futuro. Ante la pregunta de la eventual desaparición del líder, reflexionábamos que si el proceso era genuino, sobreviviría e incluso avanzaría.
El desafío estaba especialmente en el plano de la economía, que presentaba deterioros visibles desde el 2009, con desabastecimiento, inflación y especulación con las divisas. Pese al control de cambios entre 2003 y 2013 son gigantescas las transferencias al exterior, incluidas remesas por cancelación de deuda. Manuel Sutherland denuncia fuga de capitales al exterior del sector privado entre 2003 y 2013 por 111.000 millones de dólares1, y refiere en otro artículo que el total por transferencias de capital al exterior suman entre 2003 y 2013 unos 224.905 millones de dólares.[2]
Esa fuga de capitales impacta en caídas importantes de reservas y genera descontento social, incluso en sectores afines al gobierno. Sobre ese descontento se disputa electoralmente la hegemonía durante el 2013, ya sin Chávez en la disputa física. El modesto triunfo de Maduro en abril para las presidenciales, se extendió sobre fines de año en las elecciones municipales.
El chavismo había pasado una prueba importante, claro que para ello necesitó de algunos cambios económicos que mostraron al pueblo la decisión de avanzar en la profundización del cambio. Fueron medidas en el marco de otras que afectaron los intereses de los sectores de menores ingresos, por caso la devaluación.
Ante el fracaso de la estrategia electoral, el anti chavismo de las clases dominantes decidió la disputa callejera con agresivas movilizaciones orientadas a disputar el gobierno y el poder.
Pudo causar sorpresa la respuesta luego de los triunfos electorales, que se suman a varios otros en 14 años. El chavismo ha sido invencible hasta el momento en contiendas electorales. La participación y la movilización popular han sido emblemáticas en la construcción del poder del chavismo.
La respuesta gubernamental a la nueva ofensiva de las clases dominantes está combinada de un llamado a la paz, con la utilización de mecanismos legales para frenar acciones contra la ley, e incluso medidas económicas para morigerar la situación. La última de ellas es el cambio de la ley de ilícitos por una nueva que favorece el intercambio de divisas entre privados. Con ello intenta descomprimir las presiones sobre el mercado cambiario, y mejorar la situación del gobierno y de PDVSA, que también disputan las divisas.[3] Como señala Sapir, PDVSA SUFRE el régimen cambiario por tener que liquidar sus exportaciones al tipo de cambio oficial y sustentar su gasto y costo, muchas veces, al tipo de cambio paralelo. Es que esos costos y gastos están influidos por una inflación que llegó al 56% para el 2013.
Solidaridad y lucha por la profundización del cambio
Es contundente la solidaridad internacional con la lucha del pueblo venezolano contra los intentos desestabilizadores de las clases dominantes y del imperialismo.
Constituye una realidad que asume el pueblo venezolano en su propia movilización en defensa de lo logrado y en avanzar en la profundización de los cambios estructurales, los que solo serán posibles si se asumen desde el protagonismo popular.
Muchos análisis llegan desde Venezuela y señalan que un límite para avanzar y profundizar es la corrupción, histórica en la cultura del país, pero también, las tendencias conciliadoras existentes al interior del proceso político venezolano.
Por eso vale recordar el 2002 y la lucha popular en contra del golpe, la organización de quienes apostaron a profundizar el proceso, a la apropiación integral para la gestión estatal de PDVSA y pocos años más tarde a pronunciarse por el socialismo.
Retomar con más fuerza el proyecto socialista supone terminar con las inequidades que expresa la brecha cambiaria, cargando el costo sobre las clases dominantes. Implica asumir una política económica que combata la corrupción y asuma con consenso social amplio las reformas estructurales pendientes, para la nacionalización del comercio exterior y la banca, como en una reforma tributaria progresiva y asumir la asignatura pendiente de un proyecto productivo socialista, con diversificación productiva para eliminar la dependencia que hoy caracteriza el abastecimiento de la población.
La batalla se juega en Venezuela y los resultados inciden sobre el conjunto de la región, donde se dirime el rumbo de potenciar el cambio político o retroceder al programa de la liberalización, hegemónico en los 90´. Es un tiempo de definiciones que requiere de las fuerzas populares revalidar al proyecto contra la mercantilización y la liberalización para afirmar un proyecto emancipador.
La Paz, 21 de febrero de 2014
[1] Manuel Sutherland – www.aporrea.org “Fuga de capitales (Venezuela y A.L.), fraudes, devaluación y la Estatización del comercio exterior” 21/12/2013 – http://www.aporrea.org/tiburon/a178809.html
[2] Manuel Sutherland – www.aporrea.org “Las nuevas medidas económicas del gobierno, crítica a la devaluación y alternativas socialistas”. 06/02/14 – www.aporrea.org/actualidad/a181446.html
[3] Jacques SAPIR. La situation économique au Venezuela, 18 février 2014. Le Grand Soir. http://www.legrandsoir.info/la-situation-economique-au-venezuela.html