Por ello, la cuestión de la Cuenca Riachuelo Matanza (CRM) es resultado de la contaminación de una industrialización contaminante que no repara en efectos sobre el medio ambiente y las condiciones de vida de la población circundante. La contaminación abarca el curso de agua sobre el que se concentra una densidad importante de habitantes del Gran Buenos Aires, mayoritariamente trabajadores, y se convierte en problema de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, aunque vale ser considerado el principal problema de contaminación acuífera del país, siendo el “agua” uno de los temas centrales en la dimensión ambiental contemporánea.
El modelo capitalista construido en la historia nacional desembocó en la concentración de inmigrantes del extranjero y migrantes del interior del país a orillas del Río Matanza, territorio de asentamientos de trabajadores en busca de un ingreso para sus familias. Ese “modelo capitalista” produjo la gran concentración proletaria y empobrecida en los cordones urbanos que circundan a la Capital Federal (5 millones de personas habitan la zona afectada por la CMR); poblaciones que ocuparon en diferentes momentos territorios cercanos a las fuentes de empleo o changas para la sobrevivencia (son poblaciones con serias carencias de agua potable y servicios cloacales). Junto al río emergieron fábricas y empresas de servicios, que por miles vierten desechos industriales al curso de agua, a cuya vera proliferan múltiples basurales que potencian los límites de servicios públicos de la población empobrecida.
Necesitamos interrogarnos sobre quienes planificaron este resultado de contaminación y respondemos que es producto de la historia del capitalismo realmente existente. Existen múltiples pronunciamientos por el saneamiento de la CMR, incluso recientemente (2006 y 2008) de la Corte Suprema de Justicia, a instancias de demandas de organizaciones sociales que exigen actuaciones concretas e inmediatas al Gobierno nacional; y reportes críticos de la Auditoría General de la Nación (2010). Varios gobiernos se comprometieron a solucionarlo y aún recordamos la promesa en tiempos menemistas de una solución en 1000 días. Ahora existe un nuevo compromiso de difícil realización de las autoridades nacionales “hacia el 2016”, en el bicentenario de la independencia, que solo podrá resolverse si se involucra a la población y sus organizaciones populares en un plan de reestructuración integral del “modelo productivo”. El problema está en el enfoque de los tres gobiernos involucrados, el de Cristina Fernández, el de Macri y el de Scioli, todos comprometidos con el modelo que favorece la ganancia por encima del cuidado del medio ambiente.
Por ello es que nosotros, desde la Central de Trabajadores de la Argentina, estamos promoviendo la construcción de un movimiento por una “constituyente social” para discutir el país que tenemos y el que pretendemos. La solución ambiental no provendrá desde la lógica capitalista, por lo que en nuestros debates por una constituyente social contribuimos a gestar subjetividad colectiva organizada por otro modelo productivo, por otra sociedad. Es una cuestión que nos hermana en la lucha con el pueblo que reclama contra la mega minería en el Famatina, o los que luchan contra la fumigación de los pueblos por la sojización.
La dimensión ambiental nos afecta seriamente y el responsable es el orden capitalista, la valorización de los capitales y la subordinación de la vida a la ganancia. La solución a la demanda social por el medio ambiente y contra la contaminación exige un debate sobre el “modelo productivo” y de sociedad, algo que la crisis mundial en curso exige para una mejor vida de la sociedad contemporánea.
Guillermo Díaz
Secretario de Condiciones Laborales y Medio Ambiente de Trabajo de la Mesa Nacional de la Central de Trabajadores de la Argentina