Alucinamos que una cuestión previa esencial con el francés, en una exposición no elemental de su pensamiento, consistiría en la determinación de los campos de significación de algunos conceptos que a nuestros ojos, son centrales y que no obstante, han pasado frecuentemente desapercibidos. El hecho mismo de que hayan permanecido imperceptibles para lo que problemática y provisoriamente denominaríamos la “Razón Occidental” y sus conspicuos “representantes” (Habermas, Weber, Elias, etc.), es una situación que se presta a leer, a pensar.
Los términos mencionados pueden actuar de modos diversos, originando lineamientos fractales y combinaciones nuevas, tal como
en un calidoscopio. Es que una de las escasas virtudes de la peregrina faena que nos impusimos en el Capítulo I, consiste en delinear categoremas que no sean los que tradicionalmente, se ponderaron los usuales en el enemistado con Derrida: no se acotan palabras como “poder”, entre otras, sino significantes al estilo de “resonancia”, “suscripción”, “umbral”, “aparato”, “ortopedia”, etc., que no son identificados como propios del amado por Defert.
Lo ideal hubiera sido que el rastreo laborioso de los campos semánticos se efectuara en todas o en la mayoría de las obras del
posestructuralista, pero dado lo inconmensurable de la empresa – desmesura que puede comprobarse en lo que hicimos con Marx…–
elegimos caprichosamente, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión para la elaboración parcial de los campos aludidos.
En un principio, cuando en el lejano 08 de setiembre de 1991 acabamos la redacción del corpus que ahora volvemos a tipear, los lexemas o significantes que desfilaron no estaban ordenados alfabéticamente, sino que se los definía a medida que asomaban en el texto y que llamaban nuestra atención; hoy se optó por la secuenciación alfabética, aunque se pierda fidelidad en el recorrido del corpus y se altere la proximidad semántica de los conceptos.
Otra de las limitaciones del libro que se esculpe es que ni se cubrirá todo el abecedario ni se abarcará el palimpsesto completo, sino una
parte que se evaluó como la medular, sin más criterio que el que se emplea en calidad de colegial que prepara un examen, id est, sin complicadas justificaciones metodológicas y epistemológicas para sustentar lo que elegimos concretar con el Foucault que así reconstruimos. Se trata por lo mismo, de instantáneas de su obra, como si fueran un “punctum” barthesiano (1990) que nos daría una “panorámica” muy parcial de derrames, intensidades, de flujos, chorros, Cuerpos sin Órganos, etc. de lo que se encierra en su notable firma. No sería empero, un “diccionario” a pesar de mi inclinación por ellos ni de las apariencias; lo que escribimos no es un glosario, como se trató en López, 2010 b, sino otra cosa (lo que sea, lo habrán de decidir los usos que se hagan de ella y los lectores…).
Una barrera más consiste en que trabajamos sobre una traducción y no con el texto original, lo que matiza los resultados obtenidos para
articular la Semiótica de Foucault, la Semiótica que fuees Foucault…
Después de lo precedente, se intentará en el Capítulo II de un palimpsesto cuya declinatio llega hasta el tercer momento “clásico” de una interacción que en apariencia es hegeliana, siendo hondamente marxista, un abrirse paso a un más allá impostergable del autor que reelaboramos, más allá que se apreciará en el Capítulo III. El desafío será poder escribir algo que no sea la puesta en escena de lo que incansablemente, se sentenció acerca del pensador que nos convoca; ¿lo lograremos?