«El socialismo tendrá que adoptar medidas preventivas contra la televisión». Entrevista al escritor Santiago Alba Rico

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En términos cotidianos basta pensar en las aduanas, las consultas médicas o las entrevistas de trabajo (por no hablar de las salas de tortura), donde son los flujos unilaterales de la mirada los que confirman una desigualdad radical. Salvo los enamorados, que tienen el permiso de mirarse recíprocamente y sin peligro, con absoluta desvergüenza, las relaciones entre sujetos – las de sujeción – buscan sobre todo hacer bajar los ojos a los otros. El poder, cuando no es democrático, se asegura al mismo tiempo el derecho a la invisibilidad y el derecho a penetrar con la mirada en todas partes. Y por eso, como he escrito alguna vez, el mundo puede dividirse, sí, entre hombres y mujeres, entre libres y esclavos, entre ricos y pobres, pero también, en un corte casi superpuesto, entre mirones y mirados, entre los que miran y los que están ininterrumpidamente expuestos a la mirada ajena. Y por eso he escrito también que algún día los pueblos colonizados, los pueblos empobrecidos, los pueblos invadidos, tendrán que reclamar indemnizaciones no sólo por las pérdidas materiales que se les han infligido sino también por todas las imágenes que se les han robado.

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