FRENTE A LA AGRESIÓN DEL GOBIERNO DE COLOMBIA AL PUEBLO Y GOBIERNO DE ECUADOR.
Urge el repudio a la masacre y agresión internacional cometida por el gobierno de Alvaro Uribe, con el evidente auspicio y apoyo logístico de EE.UU, que ha dado como resultado la muerte de Raúl Reyes junto a casi dos decenas de guerrilleros de las FARC en territorio de Ecuador.
El hecho constituye una violación de las fronteras ecuatorianas y con ella de las más elementales normas internacionales. Tanto o más grave resulta la pretensión de perpetrar en América Latina acciones encuadradas dentro de la concepción de “guerra preventiva contra el terrorismo internacional”, que permiten asignar legitimidad a cualquier ataque contra movimientos de liberación o expresiones contestatarias en general. Nada casualmente, el crimen se descarga sobre el principal negociador de las FARC, como contribución a cerrar las vías de solución negociada del conflicto colombiano, entorpecer la liberación de prisioneros e instalar la posibilidad de un triunfo militar del Estado colombiano como fin justificativo de los medios empleados.
En la perspectiva más general de nuestro continente, resulta evidente que el imperialismo norteamericano, cuyo establishsment ha salido a respaldar con significativa unanimidad la acción del gobierno de Uribe, utiliza a Colombia como ariete contra procesos políticos de perspectiva liberadora y antiimperialista, como se refleja en las acusaciones de complicidad con las FARC levantadas contra el gobierno de Ecuador y de la República Bolivariana de Venezuela, haciendo aparecer más que dudosas “pruebas” entre los restos de la masacre. De ese modo parece prepararse el terreno para abrir la puerta a nuevos ataques y provocaciones, a la “naturalización” de las incursiones detrás de las fronteras, en búsqueda de la desestabilización y el derrocamiento de gobiernos que enfrentan al imperialismo norteamericano, y a partir de allí son erigidos por éste en “terroristas” o “colaboradores con el terrorismo”. Escenarios como los de Afganistán, Irak o Palestina, lejanos geográficamente, adquieren cercanía en términos de las perspectivas de aplicación de la “guerra contra el terrorismo” sin fronteras ni duración fija que ha sido el eje de la política internacional de George W. Bush. La muerte de Reyes y sus compañeros configura una operatoria similar a la de los “asesinatos selectivos” que practica Israel fuera de sus fronteras.
Cabe celebrar que el avasallamiento de la soberanía ecuatoriana haya desencadenado un fuerte rechazo en la región. Se trata ahora de ampliar y profundizar la rotunda negativa a que, por vías directas o indirectas, Nuestra América se convierta en teatro de operaciones de la sedicente “guerra contra el terrorismo”, lo que requiere de la movilización para la defensa incondicional de la soberanía e integridad de los pueblos contra todas las formas de intervención inspiradas o apañadas por el imperialismo.
Buenos Aires, 5 de marzo de 2008