La conmemoración del Día internacional de la mujer trabajadora se da, en nuestro país, en el medio de despidos, fundamentalmente, en empresas estatales, y en algunas del ámbito privado, de la aplicación de la ley antiterrorista, del protocolo para controlar los lugares de protesta, todo ello, en el marco de una política económica que profundiza el legado reaccionario de los cambios instituidos en la década del noventa, nunca modificado en su esencia y que convalida un modelo productivo dependiente de la dominación de los capitales transnacionales y la subordinación a la lógica hegemónica del capitalismo mundial.
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