En este escrito, propongo algunos tópicos acerca del pensamiento de Lenin en relación con la concepción autogestionaria. Se trata de una lectura con ojos militantes, situada en el contexto del debate sobre la concepción autogestionaria y su papel e importancia en nuestra época. Indaga sobre los modos en que Lenin situó el papel de la autogestión y sus expresiones políticas y económicas, como consejos y cooperativas, qué tensiones y tendencias identificó en estos fenómenos y su papel en relación con la transformación de los sujetos sociales y la construcción del socialismo como proceso integral. Se trata de una lectura asentada en la creencia de la importancia actual de volver a teorizar sobre la transición hacia otro orden social más allá del capital, para informar la acción política y las ganas de vivir.
Porque autogestión y cooperativismo, para Lenin, son ante todo temas relacionados con la transición desde el capitalismo hacia el socialismo, que -siguiendo a Marx y Engels- concibe como un fenómeno integral, guiado por un eje rector: la transformación de la contradicción entre el proceso de producción social y la apropiación individual del producto/riqueza social. Esto abarca planos materiales y simbólicos, cimentados por la argamasa de las relaciones de poder.1
Cooperativas, formas comunales de autogobierno y desarrollo de la conciencia de clase: formulaciones iniciales
Ya en 1989 Lenin había construido una visión teorizada sobre la necesidad de que la clase trabajadora despliegue su potencial creativo dentro de la fábrica en un proceso que tendiera desde la participación hacia el control y la cogestión obrera (Lenin, 1981). En 1904, destacaba la “autoadministración de las comunas” como una lección positiva de la Comuna de París de 1871 (Lenin, 1976). En 1905, retomó las ideas de Marx sobre el “reparto negro” – tomas de tierras por los campesinos norteamericanos puestas a trabajar autogestionariamente- proponiendo para Rusia la creación de comités campesinos revolucionarios que dotasen de dirección política el proceso de recuperación de tierras, actuaran como órganos de gobierno local y crearan un nuevo derecho revolucionario que legitimara dicha recuperación, del mismo modo que la autodeterminación legítima del derecho a la independencia (Lenin, 1982). 2
En el Congreso Socialista Internacional de Copenhague de 1910, Lenin debatió el tema del cooperativismo planteando las condiciones necesarias para que las cooperativas desempeñen un papel en la lucha de clases, trascendiendo el carácter de empresas comerciales y fungiendo como instrumentos de lucha. Por el contrario, subsumidas en la visión pequeño burguesa, el cooperativismo confunde las visiones e intereses de trabajadores y patrones, con afirmaciones generales que pueden ser bien recibidas por reformadores y progresismos. Por ello, en el contexto del capitalismo, las cooperativas son un campo de disputa de la subjetividad popular. Y esto conduce a un tema vinculado, que es la formación de la conciencia de clase, entre la iniciativa espontánea y la organización política, como contexto donde se desarrollan las cooperativas.
En el pensamiento de Lenin, existe una tensión entre la espontaneidad del proletariado, que tiende a tomar las riendas de su propio destino, y el desarrollo de la conciencia de clase (volverse clase para sí). En su perspectiva, esta conciencia madura a partir de la interacción con un elemento de exterioridad, es decir, con el despliegue de una acción específicamente política desarrollada por una organización de tipo político y con orientación revolucionaria (partido revolucionario). Caso contrario, el ejercicio de la espontaneidad en la sociedad capitalista, para Lenin, producía un reforzamiento de la influencia burguesa sobre los sectores subalternos cooperativizados. Sin embargo, ya situados en el proceso de transición al socialismo, el mismo Lenin otorga al espacio para la espontaneidad un papel significativo. En un llamamiento al Comité ejecutivo de 1917 plantea “La iniciativa creadora de las masas, éste es el factor fundamental de la nueva sociedad…El socialismo no es el resultado de los decretos venidos desde arriba. El automatismo administrativo y burocrático es extraño a su espíritu: el socialismo vivo, creador, es la obra de las propias masas populares”.
Soviets y cooperativas durante los primeros años de la Revolución Rusa
La revolución de 1917 permitió poner en práctica muchas ideas que habían estado en debate previo sobre las formas de autoorganización de los trabajadores en distintos planos: soviets (consejos de trabajadores) y cooperativas son objeto de la reflexión de Lenin.
Luego de la huelga general en las fábricas de San Petersburgo, se organizaron soviets para coordinar, en ausencia del movimiento sindical, la acción de las fábricas en huelga. Allí Lenin vio funcionar un empuje revolucionario desde las bases, que incorporó en su análisis político.
En El Estado y la Revolución (1917) la consigna “Todo el poder a los soviets” se vincula con la concepción de la dictadura del proletariado. En términos de construcción de nuevas institucionalidades del Estado, Lenin imagina una suerte de parlamento de diputados obreros que determine el régimen de trabajo y supervise el funcionamiento de un aparato estatal desburocratizado, donde los soviets interactúan con comisiones de especialistas en los distintos temas. Retoma también medidas propuestas por la Comuna de París de 1871, como la revocabilidad de los cargos, topes salariales de acuerdo al salario obrero y rotación de los cargos de control y vigilancia.
Asimismo, aunque Lenin sólo veía en el largo plazo la posibilidad de concreción de una autogestión generalizada en la sociedad, también la concebía como una evolución necesaria y ya iniciada en el propio capitalismo. “No cabe hablar de la abolición repentina de la burocracia, en todas partes y hasta sus últimas raíces. Esto es una utopía. Pero el destruir de golpe la antigua máquina burocrática y comenzar a construir otra nueva, que permita ir reduciendo gradualmente a la nada toda burocracia no es una utopía; es la experiencia de la Comuna, es la tarea directa, inmediata, del proletariado revolucionario.” (Lenin, 1985)
Desde octubre de 1917 hasta la primavera de 1918, el poder de los soviets coexiste con el poder político provisional. En el Primer Congreso de Sindicatos, Lenin define a los soviets como “comunas de productores y consumidores que se gobiernan a sí mismas”, en el VII Congreso del Partido, promueve la tesis de que “la producción socializada sea administrada por las organizaciones obreras”. Asimismo, en el “Proyecto de reglamento del control obrero” Lenin propone: “Queda establecido el control obrero sobre la producción, conservación y compraventa de todos los productos y materia primas en todas las empresas comerciales, industriales, bancarias y agrícolas que cuenten por lo menos con cinco obreros y empleados o cuyo giro anual no sea inferior a 10 mil rublos”. La inclusión del sector agrícola, buscaba generar un clima de autoconfianza en los campesinos pobres y trabajadores agrarios. Se aspiraba también a que, entre la diversidad de los trabajadores y sus inserciones, se pudiera reconocer una explotación última común a toda la fuerza de trabajo. Como tarea fundamental articular las distintas fracciones y sectores de la clase trabajadora (en sentido bien amplio) que el capitalismo separa y enfrenta. En el III Congreso de las Cooperativas Obreras, Lenin señaló: “El capitalismo dividió intencionalmente a los sectores de la población. Esta división tiene que desaparecer definitiva e irrevocablemente. Toda la sociedad ha de convertirse en una sola cooperativa de trabajadores”. Para Lenin, por lo tanto, el tránsito desde la existencia de cooperativas de corte pequeño burgués hacia empresas socialistas de producción y consumo, era un problema sustantivo de la Revolución.
No obstante, en el plano de construcción de nuevas institucionalidades estatales, la vida de los soviets fue una experiencia de corta duración, de la cual pervivió el nombre vaciado de su impronta originaria. Progresivamente, se desarrolló una legislación restrictiva hacia este proceso, las socializaciones directas de los primeros meses de la Revolución de los obreros sobre sus respectivas empresas, fueron reemplazadas por nacionalizaciones, sometidas a directivas de una burocracia centralizada. Del mismo modo, se volvieron a centralizar y burocratizar los lineamientos de la planificación económica y el ejercicio de la política. Por cierto, no puede omitirse que el estado de guerra civil que se extendió hasta noviembre de 1920 forzó este proceso de centralización: el comunismo de guerra, se contradecía con los atributos para el desarrollo del consejismo.
Las restricciones -inicialmente temporarias- a la iniciativa obrera, se volvieron permanentes con argumentos compartidos en distintos ámbitos marxistas: 1) que el crecimiento es un factor positivo; 2) que los resultados importan más que los procesos; 3) que los capitalistas son eficientes. Ciertamente, Lenin, en su tiempo, también creía en la neutralidad de las técnicas de gestión capitalistas (taylorismo) y no temía que su adopción perjudicara el proyecto comunista.
En relación con las cooperativas, Lenin defendía su papel en la construcción de la economía y la sociedad socialistas. En 1919, Lenin insistía en fortalecer el cooperativismo aumentando la participación proletaria y de comunistas en su interior (siempre el rol de la acción específicamente política, el rol del partido, presente también en la transición), y en socializar ampliamente los debates internos que se libraban al interior del sector. Para combatir posturas burguesas o privatizantes, Lenin planteaba las herramientas del apoyo estatal y del ejemplo comunista como factores clave, no la nacionalización de aquellas dirigidas por adversarios ideológicos.
De este modo, en el marco de la Nueva Política Económica (NEP) Lenin estimulaba el desarrollo de las cooperativas autogestionarias. “Las autoridades soviéticas deben controlar la actividad de las cooperativas, para que no haya fraudes ni ocultamientos al Estado, ni abusos. En ningún caso deben ponerles trabas, sino ayudarlas por todos los medios y colaborar con ellas”. El acceso a tecnología, la interacción del Estado con el entramado de actores del proceso autogestionario, el ejercicio de control social orientando el proceso más allá de la organización capitalista, eran a su criterio elementos de importancia a desarrollar en la NEP. En 1922, en este sentido, Lenin formula la “Tesis sobre el Banco Cooperativo” donde promueve la participación en el banco de cuadros cooperativistas comunistas destacados de la agricultura y el estímulo decidido al escalamiento del crédito con intereses reducidos. En ese momento, Lenin ya preveía el poder e influencia creciente del aparato administrativo de la burocracia estatal, sumado a las dificultades internas de las cooperativas. También otorgaba importancia al desarrollo internacional del cooperativismo obrero y su expansión por el mundo, dirigido por comunistas, que concebía como una base de apoyo a la revolución y del efectivo desarrollo del internacionalismo proletario (Lenin, 1987).
“Sobre las cooperativas”: visiones de Lenin a partir de la experiencia vivida en revolución
En marzo de 1923, Lenin dicta uno de sus últimos trabajos llamado “Sobre las cooperativas” donde delinea programáticamente visiones sobre la sociedad socialista con el bagaje de su experiencia. Como señala Iñaki San Vicente (2012), en esta etapa Lenin lucha contra cuatro peligros de la revolución: la burocratización, el ascenso del nacionalismo gran-ruso, el desprecio hacia el cooperativismo y la desmoralización.
Nuevamente aquí las cooperativas juegan un papel crucial en la transición hacia una sociedad socialista y autogestionaria. Esto se vincula con su carácter de herramienta de educación cultural ligada con la consecución de fines prácticos. Esta combinación funciona como una reacción química capaz de provocar un cambio de estado, clave en el proceso de transición societal.
Así plantea como prioritaria la tarea de organizar a la población en cooperativas, en el contexto donde el Estado maneja los medios de producción. Identifica dos características que fundamentan esta afirmación: 1) las cooperativas son articuladoras de intereses privados bajo el principio de la cooperación (en este sentido son agente de transición desde relaciones mercantiles, hacia la producción de bienes de uso); 2) Constituyen una forma organizativa para construir en la práctica, de manera que cada pequeño campesino pueda colaborar en la construcción del socialismo y apropiarse subjetivamente del proceso (hoy podríamos agregar la masa de trabajadores de las distintas ramas de la economía popular y del hábitat, como necesidad transversal y universal de la humanidad). En su contexto, ve así las cooperativas como “camino sencillo, fácil y accesible” para incluir al campesinado en la construcción del socialismo.
El cooperativismo, como uno de los instrumentos decisivos de la producción socialista, coadyuva entonces para lograr la extinción histórica de la ley del valor-trabajo. Para ello, las cooperativas deben tener capacidad de autogestionar el proceso entero de producción, circulación, venta, reparto e inversión desde criterios cooperativistas y de ayuda mutua respecto de los beneficios obtenidos. Es decir, el desarrollo cooperativista como parte de un entramado integral de relaciones sociales que rompan de raíz con la lógica de la acumulación privada capitalista, porque no persigue la ganancia burguesa sino la reinversión de lo obtenido, es decir de aquello generado, en la emancipación humana.3
Pero esto podría ocurrir bajos ciertas condiciones políticas específicas: 1) el apoyo firme desde el Estado y sus políticas (financiamiento, beneficios impositivos, etc.) junto con 2) una decidida y concurrente política educativa que sustente el “desarrollo cultural” de las masas populares (Lenin pensaba fundamentalmente en el campesinado pobre y mayoritario), a la par que se integraban en estos procesos de cooperativización. 4
Lenin consideraba que, en la etapa posterior a la revolución, el centro de gravedad debía desplazarse de la lucha política, la revolución y la conquista del poder (Estado), hacia la labor pacífica de la organización cultural. Transformar y desburocratizar la institucionalidad del Estado y desarrollar la educación de las mayorías: “nos queda por hacer una cosa ‘Nada más’: elevar nuestra población a tal grado de civilización que comprenda todas las ventajas de la participación de cada cual en las cooperativas y organizar esta participación. Ahora bien, cuando los medios de producción pertenecen a la sociedad, cuando es un hecho el triunfo de clase del proletariado sobre la burguesía, el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo”.
Consideraciones para el debate actual: extender la praxis autogestionaria
La contradicción entre autogestión, economía centralizada y control del aparato partidario fue, evidentemente, imposible de resolver, tanto en términos prácticos como teóricos. Sin embargo, las prácticas autogestionarias y los debates -con su correlato de ejercicio de la comunalidad coronada por formas comunes de propiedad- vuelven una y otra vez sobre la historia reciente y actual de la humanidad.
Entendiendo la autogestión generalizada como estructura básica de la sociedad socialista en los campos de la economía, la política y la cultura, en nuestras sociedades capitalistas actuales la autogestión involucra todas las prácticas orientadas, de manera consciente, a la emancipación e independencia de las estructuras opresoras que encadenan a las personas en distintos planos. Estas experiencias restringidas, deben contribuir a la acumulación de experiencias dirigidas a la reconstrucción del poder popular, incluido el control y transformación del Estado, para direccionar el proceso de transición hacia la autogestión generalizada. Autogestión, cooperación, gestión participativa, que requieren sujetos y sociedad vivas, activas, protagonistas, creativas y creadoras.
El legado de Lenin se entrama en la búsqueda de reconstrucción de un proyecto político capaz de encauzar y cobijar el autogobierno del conjunto de la vida social. Un proceso donde la cooperativización y la radicalización de la democracia sean ejercidos por una sociedad cuya vida cotidiana se organiza mediante el principio rector de la cooperación y la superación, también cotidiana, de todas las formas históricas de opresión y dominación.
*****
Bibliografía
Arvon, Henry (1980) La autogestión. Biblioteca actual, Fondo de Cultura Económica, México.
Azzellini, Dario y Ness, Immanuel (2021) Poder obrero. Control y autogestión obrera desde la Comuna hasta el presente, Editorial El Colectivo y Fundación Rosa Luxemburgo, Buenos Aires.
Lenin, Vladimir (1973) Obras escogidas, Tomos IV, VIII, X y XII, Editorial Progreso, Moscú.
Lenin, Vladimir (1976) “Tres guiones para el informe de la Comuna de París” y “, en Obras completas, Tomo VIII, Editorial Progreso, Moscú.
Lenin, Vladimir (1981) “Acerca de las cámaras de trabajo”, en Obras completas, Tomo IV, Editorial Progreso, Moscú.
Lenin, Vladimir (1982) “Marx y el reparto negro norteamericano”, en Obras completas, Tomo X, Editorial Progreso, Moscú.
Lenin, Vladimir Ilich (1985) El Estado y la revolución, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing.
Lenin, Vladimir (1987) “A la primera conferencia internacional de comunistas cooperativistas”, en Obras completas, 45, Editorial Progreso, Moscú.
Gil de San Vicente, Iñaki (2012) “Cooperativismo socialista y emancipación humana. El legado de Lenin”, en Piñeiro Harnecker, Camila (2012) Cooperativas y socialismo. Una mirada desde Cuba. Editorial Caminos, La Habana.
Lorenzo Humberto Miranda (2012) “Cooperativismo y autogestión en las visiones de Marx, Engels y Lenin”, en Piñeiro Harnecker, Camila (2012) Cooperativas y socialismo. Una mirada desde Cuba. Editorial Caminos, La Habana.
- https://www.pagina12.com.ar/761497-de-las-toninas-al-mundo. Reflexiones actuales sobre la materialidad omnipresente del capitalismo que estamos desafiados a trascender. ↩︎
- El derecho a la Tierra y al Hábitat se vinculan con esta temática.
↩︎ - Por ello la gestión democrática excede el marco de las horas de trabajo y remite a un modo de vida integral. ↩︎
- Acá hay cuestiones interesantes. Podrían ser integrados y útiles a la construcción del socialismo aquellos sujetos que detenten el “saber ser un mercader culto -un comerciante a la europea- a diferencia de la prevalencia del traficante -las prácticas asiáticas dominantes, según Lenin, en la idiosincrasia campesina rusa. Otro tema es que, si en el capitalismo las cooperativas son empresas privadas colectivas, en el socialismo, las cooperativas establecidas en terrenos del estado y que utilizan medios de producción del estado, no se diferencian de las empresas socialistas.