¿Que pasa con el Banco del Sur?. Entrevista a Éric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)

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Efectivamente, ya han pasado 9 meses desde la firma en Buenos Aires, el 9 de diciembre de 2007, del acta de fundación del Banco del Sur por los jefes de Estado de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Las divergencias entre los gobiernos retardan la puesta en marcha de la nueva institución que debería reforzar la integración latinoamericana. Los acuerdos actuales apuntan a que la sede principal estaría en Caracas, al principio de «un país un voto» (mientras que en el Banco Mundial y en el FMI los derechos de voto están relacionados con la importancia económica y con la influencia política), a un monto de capital inicial (7.000 millones de dólares que podrían llegar a 10.000 millones si otros países se adhirieran a la nueva institución).

De todos modos, hay varios elementos que son objeto de debate. Un ejemplo: Brasil y Argentina, que son las dos economías principales de la región, querrían edulcorar el principio de «un país un voto», estableciendo que este principio rija solamente en las reuniones anuales del directorio del Banco.

En realidad, Brasil no siente la necesidad de un nuevo banco multilateral para Latinoamérica, puesto que ya dispone de un banco público de desarrollo muy importante (el BNDES), que controla totalmente y que tiene una cartera de préstamos muy superior a la del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y la del futuro Banco del Sur. El BNDES financia una gran cantidad de proyectos en toda Latinoamérica y también fuera del continente, con la condición de que los países receptores «compren brasileño». Esto permite a las empresas brasileñas exportar sus mercaderías o realizar grandes obras de infraestructura. En consecuencia, el gobierno brasileño se adhirió a regañadientes al proyecto del Banco del Sur. Tanto más cuanto que esta nueva institución había sido lanzada por Hugo Chavez. Un presidente que practica una línea más radical que Lula, ya sea con respecto a Washington y Bruselas, ya sea con los capitalistas latinoamericanos.

Según su parecer, ¿cuáles son las opciones?

Más allá de los términos utilizados por los negociadores para expresar sus divergencias, pienso que se trata de hacer una elección entre dos opciones.1 O bien se pone en marcha un banco que sostenga un proyecto neodesarrollista deseado por las grandes empresas privadas o mixtas, principalmente brasileñas y argentinas, y sostenido por Buenos Aires y Brasilia (por ejemplo, el gobierno de Lula toma como modelo la construcción de la Unión Europea, en la que dominan los intereses del gran capital). O bien los países se dotan de un instrumento de financiación de políticas económicas, sociales y culturales: este proyecto se alejaría de la lógica de la búsqueda del beneficio y daría prioridad a la integración aplicando los diferentes pactos que garantizan los derechos civiles, políticos, económicos sociales y culturales. En concreto, el Banco del Sur debería financiar una política latinoamericana de soberanía alimentaria y de reforma agraria.

En el ámbito de la sanidad, habría que dotar a la región de una industria farmacéutica pública, de producción de medicamentos genéricos de alta calidad. Habría que revitalizar y conectar las distintas redes ferroviarias. Proveerse de una política común en distintas materias: la investigación y el desarrollo, la política escolar, el medio ambiente. Dar prioridad a la recuperación del control público sobre los recursos naturales. Financiar la reducción de las asimetrías que se producen entre países, como Bolivia, Paraguay y Ecuador, con ingresos netamente menores, y Brasil, Argentina y Venezuela, con ingresos mayores. En resumen, una política que tenga como objetivo unificar los derechos sociales por arriba. Es muy importante entonces que la negociación sobre el Banco del Sur no quede restringida al ámbito gubernamental. Por otro lado, por segunda vez, los movimientos sociales de estos países dirigieron una carta a los siete presidentes explicando en ella una serie de propuestas.2 Por ejemplo: los movimientos sociales signatarios de la carta se oponen a que los funcionarios de la nueva institución tengan derecho a los privilegios y a la inmunidad que gozan los funcionarios del FMI, del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de otras instituciones internacionales. Estos movimientos quieren garantías de transparencia y control.

La creación del Banco del Sur se produce como una reacción a la hegemonía de los países del Norte y a las políticas neoliberales desarrolladas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. ¿Tendrá este banco la intención de sustituir a las instituciones de Bretton Woods y convertirse en una institución internacional? ¿Deberán las Naciones Unidas tener un papel en esto?

Por supuesto, el Banco del Sur es una reacción a la hegemonía de los países del Norte. La creación del Banco del Sur se hizo posible y necesaria gracias a la conjunción de diversos factores:

El Banco Mundial y el FMI están en crisis en varios aspectos como consecuencia de los resultados catastróficos que sufrieron los pueblos del consenso de Washington. Brasil y Argentina reembolsaron anticipadamente al FMI; Venezuela hizo lo mismo con el Banco Mundial. Ecuador expulsó en abril de 2007 al representante permanente del Banco Mundial en Quito y creó una comisión para la auditoría de todas las deudas públicas, incluidas las multilaterales. Bolivia dejó el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones), especie de tribunal del Banco Mundial.

Los países que se adhirieron al Banco del Sur tienen más de 300.000 millones de dólares de reservas de cambio. Pueden poner en común una parte de esta suma en vez de continuar prestando al gobierno de Estados Unidos mediante la compra de sus bonos del Tesoro, retribuidos en una moneda en constante devaluación.

Los gobiernos de siete países en cuestión son de izquierda o de centro izquierda.

Pienso que el Banco del Sur podría sustituir al BM y al BIRD. Además, sería necesario crear un Fondo Monetario del Sur y, si fuera posible, ir hacia una moneda única. Otras regiones del Sur podrían dotarse también de un Banco del Sur. Los diferentes Bancos del Sur podrían desarrollar una colaboración Sur-Sur.

Es evidente que las instituciones de Bretton Woods están muy inquietas ante esta situación: desearían ser invitadas a ser parte del Banco del Sur o por lo menos a disponer de un estrapontín, y en ese sentido están haciendo gestiones.

Algunos sectores de las Naciones Unidas están muy interesados. Participé hace poco, a fines de junio, en un seminario internacional sobre el Banco del Sur organizado por su secretariado general en Quito.

El Banco del Sur despierta muchas esperanzas porque los ciudadanos latinoamericanos desean que los gobiernos que han elegido aprovechen esta situación histórica favorable para poner en práctica, realmente, una política de integración alternativa al modelo neoliberal.

Traducción: Griselda Pinero y Raul Quiroz

1 Para una presentación de las etapas en la construcción del Banco del Sur y de los debates que las acompañaron, ver Éric Toussaint, El banco del Sur y la nueva crisis internacional, El Viejo Topo, Barcelona, 2008, y Abya-Yala, Quito, 2008, capítulos 1 al 4.

2 http://www.cadtm.org/spip.php?article2967


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