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Concepciones Social-Desarrollistas

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Claudio Katz

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PLANTEOS ESPECÍFICOS

Pocos autores asumen la pertenencia al social-desarrollismo. Algunos se identifican con el amplio universo de teorías del desarrollo, otros destacan afinidades con la heterodoxia económica radical y casi todos se ubican en el campo político de la izquierda. Uno de sus promotores estima que este enfoque le asigna mayor relevancia a la dimensión social que a a las metas del desarrollo (Carneiro, 2012a).

América Latina es el principal objeto de análisis de esta corriente, pero sus miembros trabajan en propuestas específicas para Brasil, Argentina o México. Venezuela y Bolivia son campos de gran aplicación de este enfoque y la red Celso Furtado incluye a muchos simpatizantes de esa orientación (VVAA, 2007).

En el plano económico postulan iniciativas semejantes al programa neo-desarrollista, pero enfatizan la gravitación del consumo como mecanismo de redistribución del ingreso. Resaltan la centralidad del mercado interno para generar un círculo virtuoso de incrementos del poder adquisitivo y expansión de la producción. También subrayan el papel preponderante de la demanda para forjar un modelo de crecimiento con inclusión social .

La asociación Furtado adoptó justamente el nombre de un teórico que resaltaba la centralidad de la demanda, en contraposición al “mal desarrollo” generado por el deterioro del salario y la concentración de la renta (Furtado, 2007).

Al igual que el neo-desarrollismo la variante social promueve políticas monetarias activas, tipos de cambio competitivo y déficits presupuestarios financiables. Pero remarca la necesidad de mayor captación estatal de las rentas agrarias o mineras y también postula reducir la carga financiera que imponen los grandes bancos a las empresas y el estado.

El social-desarrollismo promueve una actitud de ruptura con el neoliberalismo que es rehuida (o explícitamente evitada) por el neo-desarrollismo. Su visión es más afín a las corrientes radicales del keynesianismo que a las concepciones heterodoxas en boga. También subraya la continuidad de brechas estructurales entre el centro y la periferia, que el enfoque convencional silencia o relativiza.

Algunos autores proponen una aproximación a las teorías de la dependencia. Registran la continuada subordinación de la economía latinoamericana a los centros metropolitanos y refutan los diagnósticos del subdesarrollo basados en la falta ahorro interno. También remarcan la transferencia de ese excedente al exterior (Guillen, 2007).

Los social-desarrollistas confían en gestar un modelo inclusivo de capitalismo que reduzca los niveles de inequidad. Pero reclaman una nítida primacía del sector público sobre el privado mediante la consolidación de modelos de capitalismo de estado .

A diferencia del neo-desarrollismo son muy críticos del comportamiento de la burguesía nacional. Promueven la sustitución de esa clase por el funcionariado estatal en la gestión del crecimiento y resaltan la solidez de la burocracia frente a la fragilidad del empresariado .

El terreno de mayor diferenciación con el neo-desarrollismo se ubica en la esfera política. Contraponen sus modelos democrático-populares con los proyectos conservadores del neo-desarrollismo convencional. En el caso brasileño presentan esta divergencia como una batalla entre dos perspectivas opuestas para el gobierno de Lula-Dilma (Pomar, 2013a: 23, 60-62, 79-92).

Esta visión se apoya en fundamentos ideológicos socialistas totalmente ajenos al neo-desarrollismo. Mientras que los herederos de la CEPAL siempre fueron hostiles al marxismo, muchos teóricos social-desarrollistas provienen de esa tradición, mantienen su identificación con la izquierda e interpretan sus modelos como un paso hacia el socialismo.

Para alcanzar ese objetivo consideran necesario transitar previamente por un prolongado período de capitalismo regulado. Estiman que esa etapa intermedia permitirá cambiar las relaciones de fuerzas y reintroducir la batalla por la sociedad igualitaria (Pomar, 2013a: 14-15). Otros vislumbran esa fase como un escenario de disputa entre procesos decrecientes de acumulación y dinámicas ascendentes de equidad (Guillén, 2007).

Todos consideran que el socialismo debe ser precedido por un modelo de integración latinoamericana. Estiman que el surgimiento de ese polo regional autónomo permitirá forjar posteriormente una economía pos-capitalista de gran porte (Dieterich, 2005: 135-143, 175-185).

¿Estas propuestas ofrecen un programa sólido para el desenvolvimiento latinoamericano? ¿Sugieren un curso favorable a los intereses populares? ¿Es compatible la construcción capitalista con la meta socialista?

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