América Latina entre el capitalismo y el socialismo

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Julio Gambina

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Se pueden tomar distintos cónclaves o situaciones para pensar en la complejidad de la región latinoamericana y caribeña. Entre los primeros destacamos la cumbre de Presidentes del MERCOSUR realizada a comienzos de Julio en Tucumán y asociada a ella las cumbres populares realizadas por esos días en Posadas y en el Jardín de la República. Pero también vale el encuentro de Lula, Chávez y Fernández en Buenos Aires en la primera semana de Agosto, y en ese marco las bilaterales entre Brasil y Argentina y entre nuestro país y Venezuela. Para analizar las segundas basta con destacar la crítica situación en Bolivia y la disputa por la legitimación de la nueva Constitución del Ecuador. Para no agotar el análisis en el sur, incluyamos la cercanía del cincuentenario de la revolución cubana y sus desafíos actuales para avanzar en el proyecto socialista .

En rigor, sobre esto pretendemos realizar la reflexión, tanto sobre situaciones nacionales, como sobre los debates, explícitos o no, entre los jefes de Estado. El asunto es socialismo o capitalismo. Es cierto que el tema no está en la agenda mediática y menos en la discusión académica. Quizá solo sea patrimonio de activos intelectuales o políticos militantes, en muchos casos de inserción marginal. Pero no es un tema menor que la insignia socialista se apreste a cumplir 50 años en Cuba y con algunos resultados en materia social envidiables. Nadie duda sobre los logros y méritos educativos y de salud de la isla, incluso con aportes más allá de su territorio.

Ahora es Venezuela la que promueve el proyecto socialista, aunque pueda discutirse el grado de transformación de las relaciones económicas vigentes en ese país. Su presidente sostuvo al comienzo una explícita posición favorable a un desarrollo de tercera vía , entre el capitalismo salvaje (anglosajón, tipo Thatcher o Reagan) y el fracaso socialdemócrata en Europa, asimilable a experiencias de tipo desarrollista o populista en la región, aún con los límites de estas categorías. En cualquier caso, son formas específicas para definir el curso capitalista de desarrollo en las condiciones de funcionamiento del sistema mundial. Es a fines del 2004 que Chávez formula la imposibilidad de resolver los problemas de nuestros pueblos bajo el capitalismo y la necesidad de avanzar por el camino socialista, definido por él como Socialismo del Siglo XXI.

La sola formulación constituye un desafío político y teórico insuficientemente analizado en términos concretos para el desarrollo de nuestros países y el modo de inserción internacional que ello supone. En acuerdo con esas definiciones, aún imprecisas sobre el socialismo, se han proyectado un conjunto de iniciativas de integración y políticas de articulación, hacia la región y más allá. La Alternativa Latinoamericana para las Américas, ALBA, en primer lugar, pero también existen iniciativas conjuntas en materia de energía, finanzas, salud, educación y comunicación, entre otras. Muchas de las cuales trascienden la definición por el socialismo de los actores involucrados. A modo de ejemplo se puede mencionar a Bolivia, Nicaragua, o Dominica, integrantes del ALBA sin asumir una definición por el socialismo. Telesur involucra a la Argentina y es clara la opción por el desarrollo capitalista sustentado por la administración de Kirchner y de Fernández. Lo mismo ocurre en materia de proyectos energéticos, productivos, sociales o financieros, donde los actores incluyen formulaciones de desarrollo no convergente, por el capitalismo y el socialismo.

El tema genera confusión, ya que el socialismo o el capitalismo suponen proyectos y políticas concretas de generaciones que asumen la dirección de procesos en momentos de crisis y transiciones del orden social. Remitimos al cambio generado en los 90´, de caída del socialismo en el este de Europa y de ruptura del mundo bipolar; con un relanzamiento de la ofensiva neoliberal del capital para reestructurar el orden mundial favorable al programa liberalizador del capital transnacional. Esa ofensiva del capital iniciada como respuesta a la caída de la tasa de ganancia en los años 60 y 70, promovida desde el terror de Estado en el cono sur de América Latina, comenzó a tener límites en procesos que se despliegan con especial énfasis en nuestra región y que generan la esperanza de otro mundo posible.

¿Es posible otro mundo? ¿Es posible el socialismo?
Hubo una respuesta utópica a la pregunta, transitada históricamente por diversas tradiciones políticas, intelectuales e ideológicas. Con la práctica revolucionaria de las clases subalternas y el aporte de Carlos Marx y sus continuadores se habilitó un intento de superación del capitalismo, frustrado en París en 1871 y logrado en Moscú en 1917, aunque como verificamos luego, apenas fue una ventana abierta para la experimentación en que se inspiró, con más o menos logros, la revolución en el mundo, en 1949, 1959, 1973, 1979. Es un proceso abierto y en construcción. Se trata de aprender de la historia y pensar el presente. Es de alguna manera lo que pretendemos se discuta en la región.

Muchos gobiernos critican las políticas de los 90´ y poco o nada hacen para superarlas, sin embargo, las clases dominantes empujan iniciativas políticas diversas en su contra. Acuden a la complicidad de las empresas de multimedios en la comunicación para limar el consenso a cualquier política de cambio, aún de alcance limitado. El objetivo es el retorno del proyecto hegemónico de la última década, con administraciones claramente alineadas a la derecha del régimen político. Cuentan con el aporte de las derechas instaladas en los actuales proyectos gobernantes, los que empujan un mejor vínculo con EEUU y defienden los tratados bilaterales de inversión, o los acuerdos de libre comercio. Es parte de la discusión concreta en Tucumán o Buenos Aires recientemente. Es la discusión en Bolivia, Ecuador y otros países y procesos.

Lula visitó la Argentina acompañado de más de trescientos empresarios, expresión de la cúpula empresarial paulista, la burguesía local de mayor proyección transnacional en el cono sur de la región. El presidente de Brasil anunció la creación de un fondo especial para favorecer inversiones en Argentina, en una clara definición de apoyo del Estado brasileño a su burguesía. Defendió una política de integración regional en el MERCOSUR, al tiempo que sostuvo un espacio para políticas nacionales soberanas, lo que debe entenderse como una justificación del alineamiento con las políticas de los principales países capitalistas desarrollados en la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio. Es que con su relativo desarrollo industrial, piensa que puede abrir su economía a cambio de ventajas en la exportación de productos agrícolas. Algo que Argentina no puede convalidar tras décadas de desindustrialización.

Chávez reconoce los límites que tiene el MERCOSUR para aceptar plenamente a Venezuela en su seno. Por eso defiende el carácter del concubinato en la relación de integración regional, mientras gana tiempo en la disputa por conseguir socios para un proyecto de transformación social. Claro que la lucha por el socialismo requiere de fuerzas locales y no es un tema que puedan resolver los gobiernos por si mismos. Es un debate a asumir por la sociedad y que pretendemos contribuir con estas notas. La posibilidad del socialismo supone la discusión sobre su razón de ser. Es el sentido del debate y la práctica que se transita en Cuba, en un desafío por superar los límites del bloqueo, las restricciones externas e internas. Pero también en Venezuela para avanzar sobre la dependencia del petróleo.

Es un debate en cada uno de nuestros países. En realidad, se trata de un desafío local y global, con las ventajas desarrolladas en cada país, pero pensando la dimensión territorial del primer proyecto de emancipación por el que se luchó en Nuestra América.

Buenos Aires, 8/8/08


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